La clave de la superación de la crisis turística está en la apertura del transporte aéreo
Canarias se enfrenta al cero turístico en medio de una crisis global inédita. La parálisis mundial provocada por la COVID-19 desafía como nunca antes al principal motor económico del Archipiélago. Una nueva época comienza en la que se constata la escasez de certezas ante un fenómeno desconocido. ¿Cómo puede afrontar esta incertidumbre la industria turística de las islas? ¿Hasta qué punto será diferente nuestro ecosistema turístico? ¿Qué cambios estructurales se avecinan? Se han abierto grandes preguntas. En busca de respuestas hemos entrevistado a Raúl Hernández, profesor del departamento de Economía Aplicada y Métodos Cuantitativos de la ULL y Director de la Cátedra de Turismo CajaCanarias-Ashotel-Universidad de La Laguna. El profesor Hernández, junto a otros cuatro expertos de la Cátedra de Turismo, analizó las salidas a la crisis turística en la webinar organizada recientemente por la Fundación Fyde CajaCanarias. [Ver video]
Entrevista realizada por Rocío Celis, periodista y socióloga
Puedes escuchar la entrevista aquí:
Si tuviera que describir los escenarios futuros que pueden abrirse en el sector turístico de las islas a consecuencia de la alarma sanitaria que estamos viviendo, ¿cuáles destacaría?
Yo hablaría de dos cuestiones: las fases y los escenarios. Esta crisis tendrá tres fases. La primera -en la que nos encontramos-, de contención vinculada a lo sanitario. Luego vendrá la fase de transición, la desescalada, con una progresiva apertura hasta que lleguemos, más tarde o más temprano, a la fase de recuperación, la nueva normalidad. En esta “nueva normalidad” podemos plantear tres grandes alternativas, de modo que de cara a los escenarios futuros yo hablaría de tres posibilidades. Por un lado, un escenario de cambio radical -que no creo que se produzca- en el que el mundo poscoronavirus cambie de tal forma que no lo reconozcamos. La experiencia de las crisis en el sector turístico fruto de atentados, tsunamis u otras enfermedades nos refleja que hay un efecto muy intenso a corto plazo, y aunque se producen cambios en el mundo, no son tan radicales. En segundo lugar, un escenario intermedio de aceleración de las tendencias en curso. Es seguro que el mundo cambiará y dejará una huella en toda una generación. Por ejemplo, cómo nos hemos adaptado al teletrabajo. Para esto habríamos necesitado algunas décadas, pero se ha producido en cuestión de semanas. El tercer escenario sería una vuelta a la situación precoronavirus, cosa que no sería del todo descartable mirando la historia. Tras la crisis financiera de 2008 parecía que el cambio sería radical y, sin embargo, vivimos de nuevo el ascenso de ciertas burbujas que indican que aprendemos poco de la historia. En el sector turístico se dice que los turistas son miedosos, precavidos…, pero también que tienen poca memoria. En todo caso, todo dependerá de cuánto se alargue este proceso.
¿En cualquiera de estos escenarios pueden darse consecuencias más duras que tras esa crisis económica de la última década?
Claramente parece que van a ser más duras. Se está hablando de una caída del 8%, 10%, 12% del PIB en España. En Canarias podemos irnos a una caída en torno al 30%, según las predicciones del ISTAC (Instituto Canario de Estadística). Realmente, la magnitud de esta crisis en su dimensión económica va a ser mayor que la crisis financiera de 2008 en adelante. Pero -insisto- todo dependerá de la duración. Si Canarias, tras tener un invierno pasado turísticamente bueno, comienza a partir del próximo mes de septiembre una recuperación más o menos importante y puede tener turísticamente un invierno razonablemente bueno, entonces se daría el escenario menos dramático. Pero si esto se alarga, el Estado empezará a tener problemas de financiación y todo el sistema puede entrar en una situación grave a nivel económico que puede hacer que la crisis anterior nos parezca un juego comparado con lo que viene.
¿Cuáles son las vulnerabilidades que tiene el Archipiélago para afrontar la crisis turística?
El primero es la gran dependencia del turismo, en torno a un 35% de nuestro PIB. Todos los estudios señalan que el sector turístico es el más afectado por la crisis. Realmente, estamos en una situación de gran vulnerabilidad en este sentido. A esto añadimos que las previsiones plantean que lo primero que se irá abriendo en todos los países es el mercado doméstico para turismo de proximidad, mientras que nosotros dependemos intensamente del transporte aéreo. Esto nos hace aún más vulnerables. Para que nuestro modelo funcione y esté bien engrasado necesita unos flujos de más de un millón de turistas cada mes y esto va a ser difícil de conseguir. Y como tercer elemento de vulnerabilidad recordaría la formación. Para salir de este tipo de situaciones hace falta mucha capacidad de pensar, innovar, tener ese talento. En este aspecto, en Canarias no hemos estado tradicionalmente a la cabeza y esto es una lección para el futuro. Esta crisis nos ha puesto frente a un espejo, pero desde antes ya entendíamos que la capacidad para adaptarnos nos la da la formación, y ahí tenemos una asignatura pendiente.
“Tenemos que ser capaces de adaptarnos a lo que venga.”
Además de la formación, ¿la salida de este túnel tiene que ver con estrategia, con logística, una cuestión de actitud…?
Al final tendremos que ser estratégicos, innovadores, generar una mayor resiliencia con capacidad para afrontar este nuevo mundo y la aceleración de los cambios que se van a producir o los que ya se están produciendo. Yo insistiría en la adaptación, tenemos que ser capaces de adaptarnos a lo que venga. El sector turístico depende muy intensamente de las personas y de la tecnología, y ahí vamos a tener que ser muy innovadores para mantenernos y conseguir salir del túnel.
Y ante ese desafío de la resiliencia, ¿qué puede impedir la transformación de los modelos de negocio turístico en Canarias?
Pues la fractura económica que se pueda producir si esto dura mucho, y que añada a la crisis sanitaria una situación de crisis en las finanzas públicas. Además, en el caso de España, también puede afectarnos la fractura social. Los bulos y las informaciones que tratan de fomentar la crispación no generan el entorno más propicio para una salida. Otro riesgo en el camino de la resiliencia es que, cuando empiece la fase de desescalada, nos acomodemos y pensemos que ya está todo hecho y que no hay que tomar grandes decisiones. Ahora mismo pensamos en que hay que mejorar muchas cosas, pero en cuanto las cifras empiezan a ser positivas nos olvidamos de la necesidad de cambio que tenemos por delante. Este es un riesgo importante.
Le hemos oído hablar de “cambios de comportamiento de los turistas, a los que debemos estar atentos”. ¿A qué cambios se refiere?
Toda esta situación -al menos durante la fase de transición y no sabemos por cuánto tiempo- hará que los turistas pongan en primera línea los temas relacionados con la higiene, la seguridad, la distancia social… También los cambios relacionados con el uso de la tecnología. Esta crisis está propiciando el desarrollo del teletrabajo, videoconferencias…, y hay que estar preparados para lo que esto pueda suponer en el ámbito del sector turístico. Los turistas pueden demandar experiencias más auténticas, reales, intensas, diferentes, que los haga sentir especiales, que se adapten mejor a sus características personales. Tendremos que ver si los turistas empiezan a demandar más naturaleza, por ejemplo, o ser más exigentes con un entorno más cuidado. Estos son cambios en los tipos de alojamiento, de destino o de producto turístico. Ahora mismo podemos tener ciertas intuiciones, pero el propio discurrir de los acontecimientos nos dirá claramente hacia dónde irán estos cambios de comportamiento. De ahí, como decía antes, la importancia de la adaptación. Tendremos que ir adaptándonos sobre la marcha a nuevas realidades que irán surgiendo y que hoy no podemos tener controladas.
Ahí tiene el sector privado el reto de cristalizar estas ideas…
Sí, el sector privado tendrá que irse adaptando a todo lo que viene porque las restricciones se irán liberalizando poco a poco, y esa etapa de transición podría durar tres meses o tres años, no lo sabemos. Creo que el sector turístico en Canarias ha demostrado históricamente tener una capacidad de adaptación a los cambios del entorno, y ahora habrá que hacer un esfuerzo muy importante, un esfuerzo también de cooperación. Pensemos que las empresas están muy necesitadas de clientes y pueden aparecer fenómenos de guerras de precios que generen efectos negativos. De manera que habrá que hacer un esfuerzo de responsabilidad social con los trabajadores, de responsabilidad con el destino y de cooperación para posicionarnos en el mejor escenario posible para la recuperación.
En medio de estos cambios profundos ¿qué tipo de intervención pública le parece necesaria?
El sector público tiene que intervenir en esta fase -lo está haciendo- tratando de compensar la caída de ingresos de la población y tratando, al mismo tiempo, de mantener a las empresas con pulso. Las empresas, entre ellas las del sector turístico, están en buena medida con los ERTE y con costes de mantenimiento en una situación muy delicada. El sector público debe conseguir mantener signos de vida en el sector turístico que puedan permitir, en cuando las circunstancias mejoren, una reapertura por fases y ordenada. A veces se compara lo que estamos viviendo con una guerra y las guerras tienen una diferencia respecto a esta situación. En las guerras hay una pérdida importante de activos, de capital. Aquí, de momento, no hay destrucción, pero si esto se prolonga -por eso insisto tanto en el calendario- sí habrá destrucción de capital y cierre de empresas. En la fase de recuperación, el sector público tendrá que hacer un esfuerzo de establecer incentivos y de coordinación. En el caso de Canarias, tiene que jugar un papel importante en las negociaciones con las compañías aéreas, los turoperadores y los intermediarios turísticos para coordinar la vuelta al mercado.
“Hay que poner el conocimiento y la cooperación en el centro de la toma de decisiones”
Usted dirige la Cátedra de Turismo CajaCanarias-Ashotel-Universidad de La Laguna, ¿cómo pueden contribuir las universidades canarias en la transición de la recuperación?
Las universidades están llamadas a desempeñar un rol muy importante. Dentro de los procesos de aceleración que comentábamos, está la cuestión del conocimiento, la información, la metodología… En esto, la Cátedra de Turismo, la ULL y la ULPGC tienen que jugar un papel decisivo. Y al tiempo, esta crisis nos pone en la necesidad de colaborar en red –es uno de los aprendizajes de la crisis-. Estamos colaborando con las instituciones públicas, con el Gobierno de Canarias, fomentando el relanzamiento del Observatorio Turístico de Canarias en el cual las universidades del Archipiélago están prestando apoyo. Tenemos que acelerar y cambiar formas tradicionales de trabajar, y poner al conocimiento y la cooperación en el centro de la toma de decisiones.
Antes nos ha hablado de vulnerabilidades, pero ¿hay fortalezas a las que acogerse? ¿Qué ventajas tiene Canarias para afrontar la recuperación turística?
Sí, Canarias tiene unas singularidades que hay que poner en valor. Por ejemplo, el hecho de que tengamos una imagen tradicional de destino seguro nos coloca en buena posición. La experiencia del cierre del Hotel H10 Costa Adeje Palace al inicio de la crisis sanitaria se está convirtiendo en un valor positivo para el destino, e igualmente, el hecho de que el número de casos de personas afectadas por el coronavirus en Canarias haya estado muy controlado. La seguridad es una fortaleza y una oportunidad de cara al futuro, seguramente habrá que relacionar esto con lo que puede ser un turismo de salud, un segmento que ha estado poco desarrollado en las islas pero que puede ir ganando peso. Al mismo tiempo, somos un destino organizado y la dependencia tradicional de los turoperadores podría tener un papel positivo en la nueva coyuntura en la medida en que para levantar el mercado necesitamos empresas que, en los países de origen, estén consiguiendo clientes para traerlos al Archipiélago. Somos un destino muy conocido en toda Europa que funciona todo el año y esto es una gran ventaja estratégica de Canarias. Tenemos elementos para la esperanza, la clave está en la apertura del transporte aéreo.