“Los miedos están en el mismo lugar que nuestras justificaciones”
Pilar Jericó se especializó en estrategia y comportamiento organizativo en las Universidades de Harvard y California (USA). Presidenta de la consultora Be-Up, galardonada como una de las 100 mujeres líderes en España, es una de las expertas más reconocidas en el desarrollo del talento. Autora de varios libros sobre esta materia, nos hemos interesado por ¿Y si realmente pudieras? [Alienta Editorial], en el que subraya la fuerza de la determinación. Una obra que es el resultado de más de quince años de trabajo en proyectos de liderazgo y transformación. El libro con el que más se ha divertido y en el que más se ha atrevido a ser ella misma.
Entrevista realizada por Rocío Celis
Desde el título nos desafía con una pregunta: “¿Y si realmente pudieras?”. ¿Usted cree que podemos más de lo que creemos?
Creo que sí. Por mi experiencia me doy cuenta de que, en las grandes y pequeñas decisiones, a veces somos nosotros mismos los que nos ponemos frenos. Lo que intento explorar es la determinación, esa fuerza con la que nacemos y que nos ayuda a conseguir mucho más de lo que a priori estamos logrando.
¿Qué papel juega el deseo, al que le concede tanto poder?
Fíjate que cuando se estudia a los grandes líderes de las organizaciones, de las empresas o de la historia, se observa que son personas con una gran determinación. Cuando comencé a investigar la determinación y la comparaba con la fuerza de voluntad -que también es importante-, la diferencia que observé entre ambas es el deseo. La fuerza de voluntad parece algo tedioso, que tienes que hacerlo porque no queda más remedio. Mientras que la determinación nace como algo muy visceral, muy fuerte, y eso es porque está muy conectada con lo que realmente deseas alcanzar.
Pero el deseo no lo es todo…
No, es una parte.
Entonces, ¿qué es necesario para alcanzar eso que queremos?
Lo que queremos puede implicar grandes o pequeñas decisiones. Por ejemplo, montar ese proyecto empresarial que llevamos pensando desde hace tiempo, o puede ser, simplemente, ser feliz. Para lograr esto, la determinación tiene dos elementos. Uno es el deseo, es decir, que esté conectado con lo que te hace vibrar. Y dos, la convicción, o sea, todas las estrategias, la fuerza de voluntad, los recursos… ¡Ponerse a currar, vamos!
En medio de las circunstancias que nos limitan, ¿hasta dónde funciona la determinación?
Es una buena pregunta. Hay algo importante que siempre he visto cuando trabajo con el mundo de las organizaciones y es que no somos conscientes de que, a veces, los propios sistemas adormecen nuestra determinación. Por ejemplo, cuando estamos buscando solo la comodidad, cuando tenemos miedo a perder la seguridad máxima… ¿Todo esto es determinación? No, yo creo que son los automatismos. No somos conscientes, ponemos el piloto automático y vamos haciendo, haciendo, hasta que llega un momento en el que dices “no estoy bien” y no sabes por qué. Este es el momento de ser muy honesto con uno mismo, con una misma, y empezar a revisar qué estamos haciendo.
Le he leído que tampoco somos conscientes de muchos de los miedos que nos llevan a sufrir el “síndrome de la rana hervida”. ¿Nos lo explica?
Sí. Imaginamos a una ranita dentro de una olla de agua fría y estando tan tranquila y feliz ahí, la olla comienza a calentarse poco a poco. La ranita no se da cuenta y llega un momento en el que el agua está tan caliente que perece, habiendo sido incapaz de dar el salto para salir del recipiente. Sin embargo, si desde el principio hubiera tenido contacto con el agua tan caliente, la ranita no habría esperado, habría pegado un brinco para salir al momento. La metáfora nos sirve para mostrar que somos capaces de resistir muchas circunstancias, aguantando con la esperanza de que todo pasará y no nos damos cuenta de que nos vamos consumiendo. Creo que hay que estar muy en contacto con lo que deseamos, y a veces, no es la propia mente. Los miedos están en el mismo lugar que nuestras justificaciones. Cuando uno quiere ver lo que desea en un futuro y solo está dándole vueltas a la cabeza, no va a encontrar la solución porque en esa misma cabeza también están los miedos. Hay que buscar otras fuentes de información que tenemos.
“La queja adormece la determinación”
Y también está la queja, que dice usted que es la “anestesia de la determinación”. ¿Por qué no le parece útil quejarse?
Bueno, un rato está bien… La queja nos solidariza, nos hace sentirnos parte de un grupo. El problema de la queja no es el rato inicial, el problema es que se convierta en una actitud. En este caso, la queja adormece la determinación. La determinación es una fuerza muy poderosa que todos, de una forma u otra, hemos tenido alguna vez en la vida. Eso que dices “es que no me para nada”, “esto es lo que yo quiero…” Y cuando tomas esa energía, no hay espacios para quejarte o para lamentarte. Simplemente, eres.
¿La clave es saber lo que se quiere?
A veces no se sabe. La primera pregunta que hay que formularse es: ¿realmente sabemos lo que queremos? Por mi experiencia trabajando con directivos puedo decir que mucha gente no sabe lo que quiere o no sabemos lo que queremos -a mí me ha pasado también-. Yo propongo algunas claves y una de ellas es, al menos, descartar lo que no quieres. Y en segundo lugar, consultar otras fuentes de información de las que hablábamos antes. Una de esas fuentes de información muy interesante a la que no prestamos demasiada atención es el cuerpo. ¿Qué te dice tu cuerpo? En él reside la intuición. Por ejemplo, cuando conoces a alguien que no te gusta y te da un pellizco el estómago. El estómago está conectado con una zona del cerebro -los ganglios basales-. En nuestro estómago tenemos cien millones de neuronas que nos están expresando muchas veces qué es lo que deseamos y qué es lo que no deseamos, pero no le prestamos atención al cuerpo porque nos parece poco serio. Y, sin embargo, ¡nos están hablando neuronas!
“Lo importante de la tenacidad no es darse golpes contra la pared, sino buscar la puerta”
¿Cómo se logra mantener a flote la determinación?
Manteniendo a flote la constancia. Una de las seis fases que explico en el libro es la perseverancia, y para encontrar la perseverancia tenemos que ponernos pequeños objetivos que podamos alcanzar. Uno de los problemas más grandes para desarrollar la
fuerza de voluntad, a veces tiene que ver con que el objetivo está muy lejos, es muy difícil o inalcanzable. Los pequeños objetivos sirven para satisfacernos y satisfacer nuestra autoestima, esto es crucial.
¿Y si el objetivo se resiste? ¿Hasta qué punto ser tenaz?
¿Hasta qué punto ser tenaz o cabezota, no? (risas)
Exacto…
Lo importante de la tenacidad no es darse golpes contra la pared, sino buscar la puerta (risas). Si no te está saliendo algo ahora mismo es que tal vez el enfoque no es bueno. O sea, quizás no es que el objetivo no sea bueno, sino que la estrategia no es la correcta. Entonces hay que buscar otras alternativas. Darse golpes contra la pared no es un buen mecanismo, pero sí hay que buscar dónde está la puerta. Una de las claves para mantener la convicción, además de los recursos y simplificar la estrategia, es buscar gente que te ayude, apoyarte en otras personas.
Usted ha elaborado un mapa de la determinación para orientarnos sobre el peso que tienen sobre nosotros el deseo y la convicción. ¿Qué actitudes se derivan de ese mapa?
Hay cuatro posibilidades. Cuando no hay deseo ni convicción estamos en esa época en la que ni sabes, ni quieres. Lo que en España hemos llamado “los nini”, que no saben lo que desean y tampoco hacen nada. Es una situación de letargo. También puede darse la situación en la que se tiene un profundo deseo, pero no se hace nada. Son las personas que están construyendo castillos en el aire, gente que es fantasiosa. Luego están los que tienen una convicción muy fuerte porque hacen y hacen, pero no están conectados con su deseo auténtico. Esto, tristemente, ocurre mucho en las empresas y el problema es que, a veces, ni siquiera se es consciente. Y ya por último está la determinación en la que conectas con el deseo y con la convicción. Por ejemplo, conscientes de las cifras de paro, hay personas que están trabajando en algo que a lo mejor no es su deseo, pero lo están tomando desde un plano de mucha madurez y se dicen “esto es provisional”, “voy a estar buscando otras alternativas y me siento bien con lo que hago…”, y eso sí sería determinación también.
¿Se puede tener determinación aun cuando no se tiene vocación para esa tarea?
Cuando alguien trabaja en algo que es su vocación, la determinación viene de la mano. Pero cuidado que en personas que son muy vocacionales y se desgastan porque no se cuidan, la vocación acaba convirtiéndose en un arma arrojadiza. ¿Qué pasa cuando no tenemos vocación? Yo creo que la mayor parte de las personas no tiene tan clara la vocación o se fantasea con que la vocación tiene que ser algo magnífico, grandísimo. A veces la vocación puede estar centrada en un día: “hoy va a ser un buen día para mí y voy a hacer esto”. Y a lo mejor, eso puede ser tu vocación, “minivocación”, pero suficiente para que te encuentres bien contigo mismo.
¿Cómo le damos forma a los deseos? Díganos alguna clave para ganar en convicción.
Hay algo que practico desde hace años y he visto que funciona mucho en otras personas, es lo que yo llamo “tirar los dados”. Me explico. Cuando uno no sabe lo que quiere y está dándole vueltas a la cabeza arriba y abajo, una solución es coger muchas opciones y experimentar con la vida. Se trata de jugar con la vida porque la vida te va a decir cuál es tu seis, cuál es tu dado que tiene tu seis. Esto pasa, por ejemplo, con la persona joven cuando va a estudiar una carrera y no lo tiene claro. ¿Qué significaría experimentar? Pues habla con alguien que trabaja en eso, si puedes acompáñale, imagínate en tu vida cómo lo harías tocando la realidad lo máximo que puedas. Y esto igual en un negocio. Yo soy empresaria y cuando tenemos nuevos productos lanzamos pequeñas demos experimentando hasta que la propia vida, es decir, los clientes, el mercado, te dan tu respuesta, te dan tu seis ganador, tu dado ganador.